La sociedad va cambiando a medida que pasan los años y una de las principales maneras que tenemos de comprobarlo es la edad. Aunque la edad es un número objetivo y que afecta a cada persona en concreto, también es una cuestión colectiva que va determinando cuál puede ser la situación social en la que se encuentra una determinada ciudad, región, país o incluso el mundo entero. Y la realidad de cada uno de esos estamentos territoriales nos dice una cosa muy clarita: la media de edad está creciendo. Y esto viene a generar una nueva serie de necesidades a nivel social.
Vaya por delante que no tenemos nada en contra de la gente mayor. Muy al contrario, creemos que de ella depende buena parte de la suerte de las generaciones que les siguen. ¿Por qué? Porque de los consejos de personas así tenemos que adquirir la experiencia que nos va a ser necesaria en tantos y tantos aspectos de la vida. Si no les hiciéramos caso a los mayores en muchos ámbitos del día a día, no tendríamos la capacidad de saber cuáles son los riesgos a los que nos estamos exponiendo. Hay que escucharles siempre, pocos consejos vamos a escuchar que sean mejores y más verdaderos que los que nos dé la gente mayor.
Pero es cierto que una población envejecida puede deparar cambios preocupantes para la sociedad. Si hay más gente jubilada de la que se encuentra trabajando, ¿cómo esperamos que se pueda solucionar el tema de las pensiones? Que se haya aumentado la edad de jubilación es algo que muchos entendían necesario para mitigar eso. Y es que la falta de una tasa de natalidad que compense la de mortalidad y que rejuvenezca la sociedad nos está pasando factura. Los jóvenes son el motor de la sociedad en muchos aspectos y, si no contamos con manos suficientes por parte de esta clase de personas, la capacidad productiva de todas y cada una de las actividades profesionales de un país se va a ver reducida.
España lleva muchos años sufriendo un tema como del que estamos hablando. En nuestro país, hay poco margen económico y temporal para que una pareja tenga descendencia. Y, si la tiene, será de una o incluso dos personas, no consiguiendo con ello llevar a cabo el relevo generacional. Se acabaron las familias con tres o más hijos. Y todos estos problemas, en buena medida, también los estamos teniendo en Andalucía. Aunque es verdad que hay territorios dentro de nuestro país que se han enfrentado a estas situaciones mucho antes que la comunidad andaluza, ahora también aquí las estamos padeciendo… y a una velocidad que podríamos catalogar como vertiginosa.
Vamos a analizar la situación general de nuestra Andalucía en términos de envejecimiento poblacional. Hemos echado mano de una noticia publicada en la página web de La Sexta para empezar a dar algo de luz sobre este tema. En ella se indica que las provincias de Jaén y Córdoba son las que más están padeciendo este asunto. También se ofrecen otros datos como por ejemplo el que muestra que Andalucía es 20 años más vieja ahora que hace un siglo, lo que da buena muestra del cambio que se ha ido produciendo a lo largo de las últimas décadas. Por si fuera poco, hay un dato que es el que más nos ha llamado la atención y que indica que, mientras que en el año 2020 la cantidad de personas de más de 85 años constituían un 2’64% de la población, dos años más tarde ese porcentaje ya era del 5’15%. O sea, que se ha doblado.
Otro artículo que hemos rescatado para hablar de un asunto como este es propiedad del diario La Razón. En concreto, este señala el hecho de que Andalucía se hace anciana porque el envejecimiento se ha disparado un total de 86 puntos en 45 años. Según continúa diciendo el artículo, ahora hay 116 personas de más de 65 años en la comunidad andaluza por cada 100 menores de 15 cuando el dato de 1975 decía que, en lugar de 116, eran 30 los mayores de 65 por cada 100 menores de 15. Este es el dato que, a nuestro juicio, mejor revela lo que estábamos comentando más arriba: que no hay relevo y que España, así como otros muchos países, tiene un problema no con las personas mayores, sino con los índices de natalidad.
Las prioridades sociales cambian a causa del envejecimiento poblacional
Cuando hay un grupo bastante numeroso dentro de una sociedad, lo normal es que sus necesidades sean las más imperiosas para las personas que dirigen esa sociedad. Y eso es lo que está empezando a ser visible en Andalucía. Cada vez son mayores los programas de ayudas que encuentran en los ancianos y ancianas a sus protagonistas y también ha crecido el número de servicios y empresas que están dedicados de manera específica para este grupo de gente. Se trata de un grupo que tiene un hándicap: que tiene más problemas físicos y de salud que el resto. Y esos servicios y ayudas deben estar enfocados desde este punto de vista.
Una de las principales necesidades que pueden encontrar una persona mayor y su familia tiene que ver con la movilidad. De ahí que las grúas de transferencia de personas se hayan convertido en una necesidad cada vez más grande entre las familias andaluzas. Los números que manejan en Cuidaria indican que la demanda de este tipo de aparatos se ha duplicado en la comunidad autónoma andaluza en cosa de una década, lo que pone en evidencia que cada vez hay más gente mayor en nuestros pueblos y ciudades.
Se vive más tiempo a causa de la mejora en el nivel de vida
Este es un asunto del que no habíamos hablado todavía pero que explica el envejecimiento de la población desde un plano positivo, que es el que tiene que ver con la mejora de la calidad de la vida. Gracias a ello, la gente vive más tiempo, lo que nos conduce irremediablemente a que haya muchas personas mayores. Es una buena noticia que así sea. La esperanza de vida de las personas es de las mejores del mundo en España y tenemos que estar muy orgullosos y orgullosas de que así sea. Sin duda, eso quiere decir que estamos haciendo muchas cosas bien en este país… y también en nuestra Andalucía. Hay que presumir de que esto sea así y continuar trabajando en que sea posible disponer de una vida digna en España.
El objetivo de toda la sociedad, una vez que hemos hablado de lo anterior, debería girar en torno a aumentar la esperanza de vida, sí, pero haciendo posible primero que los problemas físicos y las enfermedades que puedan ser inherentes a las personas lleguen cuanto más tarde mejor para disponer de más años de felicidad y calidad. Y, cuando lleguen, la misión debe ser la de conseguir que existan maneras para que esos problemas se puedan tratar de una manera lo más cómoda y lo más eficaz posible. Desde luego, estas palabras no deberían desaparecer de la mente de todas aquellas personas que trabajan para conseguir una mejoría en esa calidad de vida de las personas.
Es evidente que hay margen de mejora en todas y cada una de las cuestiones de las que venimos hablando, pero deberíamos tener en consideración que los avances que hemos tenido en las últimas décadas han sido significativos. Por eso creemos que vamos en la dirección correcta. Una sociedad que avanza en materia sanitaria y especialmente en lo que tiene que ver con esa sanidad dedicada a las personas mayores es una sociedad que va a crecer y que va a respetar a este tipo de personas, que tanta importancia tienen en la vida de quienes tienen menos edad.
Un avance en el cuidado de nuestros mayores debe ser celebrado por todos y cada uno de nosotros y nosotras. Tened en cuenta que nos vamos a beneficiar de ello cuando seamos mayores y necesitemos exactamente esos cuidados para disponer de una vida que sea lo más digna posible, lo más cómoda posible. La vida que nos merecemos todos y todas, a fin de cuentas. El cuidado de nuestros mayores marca el camino y debemos ser los jóvenes quienes pongamos en valor ese camino y luchemos juntos por hacer cada día un poco mejor el cuidado de quienes nos han educado.
Hablamos de justicia. Hablamos de solidaridad entre generaciones. Hablamos de respeto. Hablamos de algo que la gente mayor se ha ganado a pulso durante toda su vida, en especial la gente mayor de hoy en día, que tuvo que pasar infinidad de penalidades durante su infancia y que se vio obligada a renunciar a una enorme cantidad de cosas por el simple hecho de que la España y la Andalucía en la que crecieron eran mucho más pobres y más subdesarrolladas que las que tenemos en la actualidad.