Llevar un buen vino a la mesa, resulta de lo más elegante. Tanto si es ante una invitación, como si se trata de un obsequio o recibir a una visita, el vino debe ser una elección cuidadosa. No todo el mundo sabe cuál es el mejor vino para cada ocasión ni como decantarse por uno u otro. Lo cierto es que, para muchos, la diferencia entre un vino u otro, está en la variedad y poco más. Solo los amantes del vino saben diferenciar entre un buen vino y un vino a secas. Aunque cabe señalar que para conocer bien este mundo y todas sus posibilidad vitivinícolas, hay que aprender mucho. No todo el mundo, por mucho que le guste el vino, es capaz de elegir bien.
Equivocarse en la elección es muy posible, puesto que, hasta que no lo pruebas, no sabes si has acertado. Salvo que el vendedor o vendedora, sepa lo que te está ofreciendo o sigas alguna recomendación, siempre queda el factor sorpresa. No obstante, gracias a los que saben, podemos aprender a escoger el mejor vino para cada ocasión. En este artículo, vamos a tratar de aportar la información necesaria para que, hasta el menos conocedor de este apasionante mundo, sepa elegir la mejor opción.
Blancos, tintos, rosados, espumosos, frizzantes… el mundo del vino es amplio. Para obtener los mejores caldos, hay que contar con la mejor materia prima, en este caso, la uva, algo de lo que saben muy bien en Plant Vid, vivero de vides, conocedores de las mejores cepas para obtener el mejor vino. Gracias a su colaboración hemos podido aprender a distinguir entre vinos de calidad y vinos de batalla. Por lo tanto, si quieres saber cómo elegir un vino y aprender algunos aspectos relativos a este mundo donde la uva es el ingrediente estrella
Algunos aspectos clave para elegir bien
Hay quien dice que elegir un vino es algo muy personal. Es posible que así sea, pues se trata de algo verdaderamente subjetivo. Para los profesionales y entendidos del mundo del vino, resulta muy fácil. Para el común mortal, no tanto. Existe una inmensa variedad de uvas que hacen que la elección sea difícil. Entre uvas, regiones de producción de vino y tipos del mismo, la búsqueda puede convertirse en una auténtica locura. No tanto por la ingente variedad, como por el hecho de querer probar más de uno.
Si no se tiene mucha experiencia a la hora de comprar una botella de vino, sea para regalo, llevar a una comida o cena o, simplemente disfrutarlo en casa, las claves que vamos a dar a continuación, pueden resultar bastante útiles. Presta atención para saber qué aspectos hay que tener en cuenta a la hora de elegir un vino sin entrar en pánico y dar vueltas y vueltas a las estanterías del súper o la vinoteca.
De tal manera que, lo primero que hay que considerar es la finalidad. Para que es el vino en cuestión. Puede ser para un aperitivo, donde prima el vermut aunque cada vez es más frecuente llevar un vino blanco o rosado. Estos son los más ideales para empezar con el picoteo y la comida.
En el caso de que toque elegir un vino para el plato principal, un buen tinto puede ser la elección adecuada. Sobre todo si se trata de comer un plato fuerte y contundente a base de carne. A modo de guía, señalar que se suele empezar por los vinos blancos o rosados, en los primeros platos y pasar al tinto en el segundo.
También cabe la posibilidad de que haya que llevar un vino para postres o tartas. Aquí no hay lugar a dudas, un vino dulce es la elección correcta. Pero si lo que toca es celebrar algo, sin duda, el espumoso tipo cava o algún blanco brut, siempre con burbujas, es el compañero de copa ideal para brindar.
Otra de las consideraciones a tener en cuenta es la época del año. Resulta de gran importancia elegir el vino en función de la estación. Aunque las cosas están cambiando y con ello, las costumbres. Ahora es muy habitual encontrar la opinión unánime de los bodegueros que convienen que consumir vino blanco y rosado fresquito, es lo que se debe hacer en verano. El vino rosado vive una época de esplendor y gana adeptos, sobre todo cuando el calor hace acto de presencia.
El tinto, aunque también puede tomarse en verano, se degusta más y mejor en otoño o invierno, acompañando aperitivos y comidas más copiosas y contundentes, como guisos.
Conviene sacar información de las etiquetas. Una vez se tienen claro los aspectos señalados, hay que pasar a la acción. Ya sabemos el tipo de vino que vamos a elegir, por lo que el siguiente paso, es encontrar el que más vaya a gustar a los paladares. No es difícil interpretar una etiqueta, puesto que en ella se detalla el tipo de uva, la añada y si cuenta con denominación de origen, el nombre de la bodega y la zona geográfica de donde procede. Con esta información, podemos hacernos una idea de lo que tenemos en las manos.
La uva nos da la clave de lo que podemos esperar
Sin duda alguna, la uva determina el vino que vamos a degustar. En función del tipo de uva (hay muchas más de las que podemos creer los profanos) y a medida que se van probando variedades, se aprende sobre la que más nos gusta a la hora de elegir el vino. Entre las principales uvas para vino blanco, podemos citar Albariño, Verdejo o Palomino. La primera se produce en las Rias Baixas y es la responsable de ese vino afrutado tan aclamado. La segunda, procede de Castilla y proporciona ese vino de Rueda tan reconocido. La tercera es la que se utiliza para los vinos de Jerez.
En cuanto a las uvas tintas, podemos destacar la Tempranillo, de gran abundancia en nuestro país. Frutal y aromática con buen envejecimiento en barrica. La Garnacha que envejece peor o la Monastrell muy típica en la región de Murcia y Valencia. Aunque son muchas más las variedades y los vinos resultantes de ellas, no podemos detenernos en este apartado porque no terminaríamos nunca.
Conociendo los tipos de uva, pasamos a la Denominación de Origen. Gracias a la uva y la D.O. es mucho más sencillo conocer el tipo de vino que tenemos delante. Son muy conocidos los Ribera del Duero, La Rioja, la citada Rueda, el Ribeiro… y así hasta setenta denominaciones a las que ya se pueden añadir D.O. Vinos de Madrid y D.O. Lanzarote.
El aspecto siguiente, generalmente se aplica a los vinos tintos, aunque es posible encontrar algunos blancos con crianza. Hablamos de su tiempo de maduración, en lo que podemos encontrarnos con vinos jóvenes, embotellados justo tras su fermentación. Frescos y afrutados, ligeramente ácidos, son los más ligeros.
Los que cuentan con un crianza en su etiquetado, son aquellos que maduran en barrica y se impregnan con los matices de la madera. Suelen ser más fuertes y aromáticos que los jóvenes, aunque no alcanzan demasiada astringencia ni personalidad.
Aquellos vinos que maduran en la barrica de madera durante más tiempo, alcanzan la denominación de Reserva y Gran Reserva. Estas calificaciones son signo evidente de mayor calidad y potencial.
Valorados los aspectos señalados, algo que se puede comprobar en la etiqueta de un solo vistazo, toca pasar a la graduación alcohólica. El nivel de alcohol que posee un vino, define el cuerpo del mismo, es decir, la apreciación de la densidad. La graduación de este nivel, oscila desde los diez a los catorce grados. En función del vino que se pretende adquirir, más intenso o con menor graduación, puede determinarse la calidad.
A modo de guía, diremos que un vino de cuerpo ligero contará con diez o doce grados. Estos suelen ser blancos y rosados, más ligeros. Los de cuerpo medio, van de los doce a catorce grados, y suelen ser los tintos. Para el cuerpo intenso, contamos con vinos de más de catorce grados que suelen ser los dulces.
Aunque la belleza está en el interior, la botella de vino es algo a tener en cuenta. Sobre todo si se va a llevar una botella a algún evento o va a ser un regalo. Un truquillo de expertos es, en este caso, recurrir a las botellas mágnum, es decir las de litro y medio (recordemos que suelen ser de tres cuartos), la razón es que este tipo de botellas mantienen una relación de volumen vino y oxigeno excelente. Aparte de que a este formato tan exclusivo, solo llegan los mejores vinos de cada bodega. Aquellos de más alta gama o los que se produjeron en excelentes añadas. Son sinónimo de garantía de alta calidad.
Por supuesto, hay que tener en cuenta la bodega que ha elaborado el vino y el precio que pone a su caldo. Este factor, es de los más importantes ya que existen bodegas con referencias excelentes que son sinónimo de acierto si se elige alguno de sus vinos.
Poco más podemos añadir para poder hacer una buena elección de vino. A parte de seguir estos puntos, una buena opción es consultar con el dependiente para que nos proporcione la información necesaria.